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José del Tomate. Recogiendo el testigo

Da gusto escuchar a José del Tomate. Solo tiene 20 años, pero se nota que ha trabajado duro para encontrar una voz propia, el pulso preciso, la expresión característica. Su paso por las Tardes Acústicas de Universal Music Festival 2018 ha sido delicioso. Tal y como se esperaba, en realidad, porque “Plaza Vieja” –su reciente debut discográfico– ya nos avisaba de su buen hacer, de la variedad de registros que maneja y de lo mucho que debería ofrecernos en el futuro. El guitarrista almeriense –hijo de Tomatito, nada menos– imprime flamencura a su toque con insultante naturalidad pero no renuncia a un cancionero abierto –tangos, tarantas, soleás, bulerías– ajeno a cualquier nostalgia y con un sonido actualizado y atractivo.

José ha empezado a solas, cautivando con un toque preciso y de amplio espectro melódico en piezas como “Plaza vieja”. Después –acompañado por un completo equipo artístico que incluía teclados, bajo eléctrico, percusiones, guitarra, cante, palmas y jaleos– ha hecho parada en composiciones de su álbum como “Al mejor de todos los tiempos, Camarón de la Isla”, “A mi padre” o “De ti me enamoré” –su particular tributo a Manzanita–. Tomatito le ha acompañado a la guitarra casi al final del concierto, acuñando un instante para no olvidar.

La discreción del joven guitarrista ha cautivado tanto como su toque. Y ha habido tiempo para la distensión y la sonrisa cuando ha presentado al nutrido grupo de compañeros –también su hermana Mariángeles– que le acompaña en escena, porque todos se apellidan Fernández. La traca final, introducida por un fragmento de “El pastor bobo” (la conexión Lorca-Morente-“Omega”), ha desembocado en otro guiño paterno, esta vez a través de “Dulce manantial”. Y la ovación final ha sido tan larga como merecida.