Joan Baez. Adiós, amiga, adiós.
No es habitual participar en una velada histórica. La de hoy en el Teatro Real de Madrid entra en dicha categoría. Así se planteaba a priori, porque asistíamos al último concierto de Joan Baez. Y cuando ha bajado el telón se ha confirmado nuestra condición de testigos en una fecha señalada para la cronología de la música popular.
Joan Baez ha explicado en entrevistas previas que deja las giras porque se ha ganado el descanso, no porque la voz ya no acompañe. Seis décadas después de iniciar carrera en los garitos folk de Boston, mantiene intacto el don que anida en sus cuerdas vocales. También la actitud insobornable, pura determinación, que la han convertido en figura primordial de la contracultura, la lucha por los derechos humanos y el antibelicismo. El repertorio elegido para este último show lo certifica.
El recital ha comenzado con “Don’t Think Twice, It’s Alright”, original de Bob Dylan, a quien ella introdujo en el ambiente folk del Village cuando este llegó a la Gran Manzana a principios de los sesenta. Después, asida a su guitarra, en castellano, ha puesto música al poema de Miguel Hernández “Llegó con tres heridas”. Tras presentar a la banda –eficaz trío de cariz acústico– ha despachado “Me And Bobby McGee” –la escribió Kris Kristofferson– subrayando las tonalidades campestres de la misma.
La dedicatoria de “Deportee (Plane Wreck At Los Gatos)” a todos los refugiados del planeta nos ha recordado la dolorosa vigencia que algunas canciones protesta –ésta la compuso el maestro Woody Guthrie a finales de los cuarenta– conservan en nuestros días. El público –de nuevo el teatro lleno– ha acompañado a la neoyorquina con devoción, desbordando entusiasmo en cada aplauso, conteniendo el aliento mientras Baez investía de verdad números como “It Ain’t Me Babe” (Bob Dylan), “Catch the Wind” (Donovan), “Gracias a la vida” (Violeta Parra) y “Suzanne” (Leonard Cohen). También cuando rescataba himnos habituales en la lucha por los Derechos Civiles como “No More Aution Block” y el espiritual negro “Oh Freedom”.
Por si fuera poco, ha invitado a nuestro Amancio Prada para interpretar junto a él “Adiós ríos, adiós fontes”, de Rosalía de Castro. Ha pespunteado con arpegios celestiales la imprescindible “Diamonds and Rust”. Y ha hollado con los pies descalzos el territorio de la tradición folk más añeja vía “The House of the Rising Sun”.
Los bises han sido incluso más emocionantes. No sólo por el cancionero desplegado en los mismos –“Imagine” (John Lennon), “The Boxer” (Simon & Garfunkel), la tradicional “No nos moverán”, “Dona Dona”–, también porque en el patio de butacas, en los palcos, en el paraíso del Real sabíamos que escuchábamos a Joan Baez por última vez. ¡Qué fortuna la nuestra!