Fernando Alfaro. Magisterio desde los márgenes
La aportación de Fernando Alfaro a nuestra música popular es gigantesca y no deja de revalorizarse. El influjo de su obra –con los míticos Surfin’ Bichos, al frente de Chucho o por cuenta propia– sigue creciendo y calando entre músicos inquietos, que se aproximan a ella para beber de una fuente cuyo caudal creativo se antoja inagotable. Tres décadas de trabajo ininterrumpido que serán revisadas en clave acústica en “Sangre en los surcos”, que se publicará vía Virgin el próximo mes de noviembre. El álbum incluirá también algunos temas nuevos.
A su paso por las matinales acústicas del Universal Music Festival 2017, Alfaro ha decidido ir al grano y empezar por el principio, interpretando la canción que da nombre al disco, llamada a engrosar desde ya su amplio catálogo de clásicos dislocados del pop en castellano. También ha tocado “Barbaridades”, otra de las nuevas, antes de disculparse por ponerse a mirar el móvil para ver el setlist, que había olvidado en camerinos. Todo con la adorable naturalidad con que ha ido desgranando parte de su imprescindible cancionero: “Ricardo ardiendo”, “Magic”, “Un alud de septiembre” o la estremecedora “Mi refugio” han dado forma al primer tramo del concierto, con Alfaro dando valiosas pistas sobre cada una de ellas.
La soberbia acústica de la Sala de Orquesta del Teatro Real de Madrid y la respetuosa atención del público han amplificado el embrujo de composiciones como “Una nueva vida”, “Saariselkä Stroll” o “Harto de tu amor”. Canciones de amor y de muerte, de vida y de dolor, que resuenan en la memoria de muchos melómanos. Avanzada su actuación, el músico manchego ha decidido saltarse el repertorio previsto para tocar “Dominó”, canción de emotividad desbordante que sorprende por su perfecta estructura y elegante desarrollo melódico. Luego hemos escuchado perlas como “Camisa hawaiana de fuerza”, “¿Qué clase de animal?” o “Fuerte!”. Y Fernando, siempre generoso, nos ha regalado un extenso bis con “Mis huesos son para ti”, “Mi anestesia” y “Gente abollada”. Decir que ha sido un inmenso placer sería quedarse corto.