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Gilberto Gil & Family, Lección de Vida y de Música en el Universal Music Festival

Gilberto Gil actuó en la primera edición de Universal Music Festival, allá por 2015. En aquella ocasión, el astro de Salvador de Bahía compartió escenario con su compañero del alma Caetano Veloso en una actuación de considerable carga simbólica, por reunir bajo los focos a dos puntales del movimiento tropicalista, clave en el devenir de la música popular del último medio siglo. Esta noche, Gil ha vuelto al Teatro Real de Madrid para protagonizar un recital con profundas resonancias más allá de lo estrictamente musical, acompañado por su familia en la que probablemente sea su despedida de las grandes giras.

El espectáculo propuesto por los Gil en el tour “Aquele abraço” desborda los márgenes de una gira convencional para instalarse en el terreno de lo verdaderamente especial. El repertorio que manejan nos permite hacer un recorrido por la increíble obra de este músico audaz y comprometido, trascendiendo el concepto de concierto para convertirse en celebración colectiva de la creatividad y de la tradición en que esta se inserta, crece y se desarrolla. Así concibe Gil este tour, como una muesca más en el interminable proceso educativo que todo padre debe asumir.

Decir que Gilberto actúa bien arropado es quedarse corto, porque la docena de músicos que lo flanquea –breve sección de metal, dos guitarras, tres voces femeninas, surtido de percusiones, teclados, batería, bajo– efectúa un despliegue instrumental tan versátil que se adapta con naturalidad a las exigencias del mutante repertorio del patriarca. Eso le permite bordar canciones-estandarte como “Expresso 2222” –sobre la alegría por su regreso del exilio en Londres allá por 1972, después de pasar tres años lejos de casa– un estándar ajeno como “Vem Morena” –de su compatriota Luis Gonzaga– o la reivindicativa “Touches pas à man pote”. También recuerda a una de sus compañeras en los tiempos de Tropicália, la recientemente fallecida Rita Lee, de quien ejecuta una preciosa versión de “Ovelha Negra” sazonada por coros celestiales en contrapunto con los metales, marcando uno de los instantes cimeros del concierto.

Otro momento entrañable fue la cariñosa y divertida presentación de los miembros de la banda, así como las delicadas interpretaciones de “Tempo rei” –que hizo con su nieto Bento acompañando a la guitarra acústica– y de “Time Will Tell”, de Bob Marley. Más aún: el trío que forman su hijo José y sus nietos Francisco y João –Gilsons– interpretando “Love Love” y la banda al completo gustándose en “Extra”, ambas rebosantes de buenas vibraciones jamaicanas. También quedará en nuestra memoria la torrencial descarga rítmica de la emblemática “Soy loco por ti America”, el destilado de esencias tropicalistas de “Procissão” –con Francisco a la voz principal y João clavando solos de guitarras ácidas– y el contagioso samba de “Aquel abraço”, que levanto al público de las butacas y tuvo eufórica continuidad en el clásico “Maracatu Atômico”, de Jorge Mautner, que Gil hizo suya a mediados de los setenta,

La recta final del concierto transitó de nuevo por carriles reggae con “Vamos fugir” y pasó por territorio disco-funk gracias a la crucial “Realce”, antes de enfilar el bis con “Toda menina baiana”, extático final para un concierto que en realidad ha sido una lección de vida y música.