LAS MIGAS CONVIERTEN SU CONCIERTO EN UNIVERSAL MUSIC FESTIVAL EN UNA GRAN FIESTA RUMBERA
La rumba ha extendido su bailable contagio por todos los rincones del globo desde hace más de un siglo. Su ADN rítmico –africano, cómo no– ha experimentado una larga sucesión de mutaciones en la Cuba norteña, en el ir y venir de sones entre Andalucía y Latinoamérica, en las salas de fiesta de la costa este de los Estados Unidos o en la Barcelona de los años sesenta. En esta última ciudad nació hace dos decenios el cuarteto Las Migas, que ayer presentó en Madrid su nuevo álbum, “Rumberas”, en la quinta jornada del Universal Music Festival 2024.
El grupo liderado por Marta Robles –la fundadora del colectivo, guitarrista y principal fuerza creativa del mismo– se presentó bajo los focos del UMusic Hotel Teatro Albéniz con el extra de excitación que da cualquier estreno. La transparencia con que titulan su nuevo trabajo no daba pie a confusiones: rumbas de amplio espectro estilístico conjugadas en femenino plural, con Alicia Grillo a la guitarra, Carolina Fernández llevando la voz cantante y Laura Pacios tocando el violín. Y todas ellas, bajo la influencia de pioneras irrepetibles como María Jiménez o Lola Flores. Se notó lo mucho que confían en este repertorio tan reciente, porque tocaron el disco nuevo al completo.
La conexión flamenca de Las Migas siempre ha estado ahí, aunque con este nuevo trabajo es más explícita. La riqueza de su discurso musical les ha permitido investigar en territorio mestizo, indagar en rincones jazzísticos o arrimarse a la llamada world music. Y el debut en Madrid de un disco “Rumberas”, tan articulado en torno al género del que toma nombre, tan unitario y enfocado, se tradujo en un concierto de intensidad creciente que comenzó tranquilo y concluyó hora y media después con todo el público –que agotó las entradas– participando de la fiesta.
Entre los momentos destacados sobresalió “Buen rollo”, una de las canciones que más se aproxima al canon de la rumba catalana, que es la que más cerca les pilla, con el poder del ventilador guitarrero refrescando el rostro de toda la audiencia. También “Soleá de la pena”, una tonada tradicional interpretada junto a Ede, que fue uno de los momentos de mayor emotividad del show. O “Zapateado de Marta”, que permitió apreciar con más claridad la desenvoltura instrumental de un grupo que, en directo, crece gracias a las aportaciones de batería, trompeta, saxo y contrabajo.
“Baila, mi morena” –en la que las siete féminas sobre el escenario armonizaron, se turnaron y dialogaron– sin duda es rumba, pero se aproxima al rap e incluso al spoken word, en un ejercicio de mestizaje que también es manifiesto feminista. Y con la segunda invitada de la noche, María Peláe, llegó “Me mueve el aire”, clásico costumbrista miguero –muy rumbero del Caribe, por cierto– a la altura de la primera Martirio.
Durante el concierto, Las Migas interaccionaron mucho con los asistentes, pidiendo su colaboración e incluso invitando –ya en el bis, a la altura de “La desgana”– a dos chicas del público que contribuyeron al espectáculo con su baile. Para terminar, decidieron pasear por el extrarradio de Barcelona y recordar a Junco, una de las estrellas de la rumba romántica, dando su particular visión del clásico “¡Hola, mi amor!” con todo el patio de butacas en pie, henchido de alegría, integrado en una verdadera celebración de la música y la vida.