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Rosario. Noche de gloria

Para abarcar una carrera tan larga y fructífera como la de Rosario hay que abrir mucho los brazos. Un cuarto de siglo después de la publicación de su primer álbum, el inolvidable “De ley”, la cantante y compositora madrileña sigue en plena forma y con ganas de celebrar. Su paso por el Universal Music Festival 2017 se plantea precisamente así, como una gran fiesta en la que Rosario repasa los numerosos hitos de su trayectoria artística rodeada por un puñado de amigos ilustres. Y cabe decir que el plan se ha cumplido a rajatabla. Durante dos horas, hemos sido testigos de un festejo para el recuerdo.

Las entradas para el concierto se agotaron con mucha antelación, así que el Teatro Real de Madrid ha lucido impresionante. Rosario ha salido a por todas, que es lo suyo en estos casos, engarzando el cañonazo soulero “Mi piel” con “Cómo me las maravillaría yo”, popularizada por su madre Lola Flores a principios de los setenta y que ha sonado a ritmo del jungle acuñado por el precursor Bo Diddley.

Rosario, huelga decirlo, ha estado tan imparable como de costumbre, revisando clásicos particulares a solas ­–“Estoy aquí” y la versión de “Te quiero te quiero”, de Nino Bravo– o en compañía de amigos como Maui, Willy Bárcenas, de Taburete, y Pablo López,  con quien ha cuajado una cómplice interpretación de “Yo me niego” premiada con una de las mayores ovaciones de la noche. Tras invocar a su padre, Antonio González “El Pescaílla”, ya con todo el público puesto en pie, ha regalado un “Al son del tambor” para enmarcar.

En el ecuador del show hemos vivido emociones de las fuertes. Cuando ha aparecido por sorpresa Niña Pastori para acompañarla en “Algo contigo” ha sido una de ellas. El dúo con el jovencísimo Adrián Martín en “Pa’ querer” –al terminar ha tenido que enjugar unas cuantas lágrimas– otra más. No ha habido tregua. Ha cantado con Ana Torroja, con Bebe –en “Ay mi Dolores”, que Rosario ha dedicado a todas las mujeres del mundo–, con José Mercé, con India Martínez y con Marta Sánchez. Junto a esta última ha despachado una espectacular y muy bluesera “Quiero cantar” antes de dirigirse hacia la recta final del concierto.

Por el camino, ha recordado en clave rumbera a su madre Lola –“Mamasota”, adornada con metales muy calientes–, se ha arrimado al Caribe en “Oye mi son” y ha hecho sudar en pleno al Real con “Muchas flores”.  Visiblemente emocionada, después de besar el suelo del escenario, ha decidido bajar el telón de esta noche gloriosa con “No dudaría”, uno de los muchos temas estandarte que compuso su hermano Antonio. Y a partir de ahí, el delirio. Antes de terminar, con todos sus amigos flanqueándola, ha asegurado que no va a olvidar este día mientras viva. Nosotros tampoco.