Symphonic Ríos. Aprendiendo del decano
Pionero en todos los frentes, Miguel Ríos ha desempeñado un papel crucial en el desarrollo de nuestras músicas populares y en la paulatina profesionalización de la industria del entretenimiento en España. Llegaba el primero y colocaba el listón convirtiéndose en el referente a la hora de evaluar excelencias y de establecer raseros de calidad. No se trata de un veterano ilustre, que también. Miguel Ríos es leyenda. Lo hemos podido comprobar esta noche en el Teatro Real de Madrid, abarrotado y entregado al granadino.
El espectáculo «Symphonic Ríos»- protagonista en la segunda jornada del Universal Music Festival 2018 – supone la enésima demostración de su ascendiente artístico y de la pasión con que aborda cada proyecto. También nos permite recordar -en el improbable caso de que fuera necesario- la profundidad de su obra y el calado de una trayectoria que arrancó hace más de medio siglo.
Propulsado por la Orquesta Sinfónica Universal Music, con dirección de Carlos Checa, y secundado por Los Black Betty Boys, un cuarteto rockero de infinitos quilates, el cantante andaluz ha Interpretado con característica solvencia -esa poderosa y emotiva voz sigue estando exquisitamente modulada- algunos de los temas más populares de su carrera, centrando la mayoría del repertorio en la década de los ochenta y logrando congraciar el nervio de un cancionero netamente rock con el complejo entramado sonoro y arreglístico de la orquesta.
Fue precisamente esta la que introdujo el concierto con una obertura en la que sonaron algunas de las melodías más reconocibles del universo Ríos. La irrupción de nuestro rockero decano -quien bromeó a costa de sus espléndidos 74 años en más de una ocasión- supuso la primera explosión de júbilo para el público. Luego hubo muchas más, inducidas por el magisterio de un artista que maneja espacio y tempo escénicos con toda la inteligencia del mundo y ese plus que solo da la experiencia.
Además de bordar hitos como «Bienvenidos», «El río», Un caballo llamado muerte», «Todo a pulmón» o «Blues del autobús», ahondó en su amplísimo manual de estilo para interpretar temas como «Reina de la noche», «Directo al corazón» o «En la frontera». Y estableció un diálogo con el público que se mantuvo durante las dos horas largas que duró el show. Socarrón, incisivo, reivindicativo, bromista, cerró el concierto a través de un medley apoteósico -«Rock Around the Clock»/»Roll Over Beethoven What I’d Say»- con el que homenajeó a sus principales fuentes de inspiración en la era del rock and roll y el rhythm and blues. Y en el bis que no se hizo esperar, subió más aún la temperatura. «Santa Lucía», «Vuelvo a Granada» e «Himno a la Alegría» fueron la terna final de una velada para el recuerdo. Una magnífica oportunidad para reencontrarse con esta figura fundamental de la música española.